Lo cortés, lo valiente y lo reperfilado.

Las locas de plaza de mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron olvidar en los tiempos de amnesia universal. Palabras más palabras menos, así describía Eduardo Galeano la titánica epopeya sostenida por esas gigantes viejitas de pañuelo blanco. Hoy, en el día mundial los y las detenidas desaparecidas, les abrazamos con el corazón, sabiendo que el mejor homenaje que podemos rendir a esas almas que todo dieron por un mundo mejor, es recoger las banderas más altas de su lucha para demostrar que las ideas de justicia social y equidad, no mueren.

Reperfilar no existe, al menos en el castellano. En ingles seria re-profile y etimológicamente hablando no tiene nada que ver con deudas y defoult. Pero por suerte (aunque claro, no para nosotros) tenemos un ejemplo bien cercano en el tiempo de que se trata esa palabreja cuando a la economía nos referimos. “Reperfilar” fue la palabra utilizada por el ministro de Economía Griego allá por el 2009-2010 cuando la nación helénica afrontaba su peor crisis en la historia moderna. Luego de “Reperfilar” su deuda con el Fondo Monetario Internacional y otros bancos, los griegos y las griegas no solo vendieron sus sistemas de servicios públicos como las telecomunicaciones y el agua potable, los aeropuertos y autopistas, cajas de jubilación o empresas nacionales. Tuvieron que vender las islas. Así es, las islas griegas, o su gran mayoría, son hoy propiedad de inversores cuyo nombre vaya uno a saber cuál es. Esperamos que la sangre sudaka y la memoria de siglos de lucha contra el colonialismo sean un dique imposible de franquear, y que la historia no se repita, otra vez.

Mientras tanto los termómetros rompen cálculos y calculadoras. Los precios pierden referencia antes de que uno saque la vista de la góndola. Las reservas del Central bajan antes de que uno termine de insultar al funcionario de turno, turno que varía a lo largo del día promedialmente entre 22 y 78 veces. De funcionario, claro. Arde el Ministerio de Economía, arde el misterio de la economía doméstica, arde el Amazonas y arde el Centro de África, por si alguien no lo sabia. La calle tiene un termómetro propio, de funcionamiento porfiado y caprichoso, pero de imprevisible y veloz escalada. Son muchos y muchas quienes sale por primera vez a buscar el mango a la calle vendiendo lo que sea, de medias a chocolates, de paltas a fundas para SUBE. Tienen la voz suave aun sin gastar y la paciencia desesperada de la novateada. Se les nota. Nunca habían vendido en la calle para subsistir. Macri lo hizo. El y su mejor equipo de los últimos 50 años. Y como los cortesanos del cuento del Rey Idiota que arrojaban fardos de pasto seco a la pradera en llamas, ahí está la perrada de chapa y uniforme que sale a confiscar/robar mercadería y patear mantas y mesitas de vendedoras y vendedoras ambulantes desesperadas. Los gritos de rabia se mezclan con las explosiones de llanto ante un cinturón que más que apretar ahorca. Las más de las personas sufren la aplastante bota policial que acompaña la despiadada sangría económica. Pocas audacias se les paran de manos. Son reprimidas con una bestialidad poco antes vista con gente que no cometió mas delito que aferrarse a la bolsa de mercadería con la que pretenden alimentar a sus pollitos. A su alrededor el pueblo transeúnte del momento los filma, putea a los uniformados y amaga frías aventuras de resistencia colectiva. ¿Hasta cuándo se puede sostener esto? ¿Cuándo la chista llega al polvorín? Al gobierno se le acabo la soga. Saben que se van. Como los despóticos del feudalismo algunos desean la tierra arrasada. Roma se prende fuego. A la policía: ¿Cuánta cuerda le queda? Ellos siguen tirando. Es un misterio si quieren que se corte y por eso zarandean, o si simplemente sus miserias reprimidas, la ausencia total de consciencia de clase que les caracteriza y el morbo perverso de un fascismo explicito han encontrado un cauce por el cual afluir y nadie está midiendo las consecuencias. Basta el momento en que la consigna se hace praxis. “Una sola persona a los gritos hace más ruido que mil calladas” Habrá que no caer en las provocaciones sosteniendo que lo cortés no quita lo valiente. Somos muchas hormigas y pocos vaqueros.

Foto de portada: cortesía de Anred. – Agencia de Noticias

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