La Libertad es Fanática. Apuntes sobre el 9 de Julio.

Larga es la tradición que da lugar a la analogía del árbol que no permite ver el bosque.
La Declaración de la Independencia del 9 de Julio de 1816, al igual que el 25 de Mayo de 1810 y otras fechas patrias emblema de la joven Nación Argentina suelen presentarse en la actualidad como echos de concordancia y unificación nacional libres de matices y violencia interna, algo totalmente alejado de una realidad empapada en puja de intereses y lucha de clases.
Pocos saben, diría mi padre, que el Congreso de Tucumán no se cerro sino que paso a cuarto intermedio, y que la Declaración de la Independencia no fue tal de forma unánime, ni un paso firme en la persecución de los intereses populares. La diferencia mas sustancia entre el 9 de Julio de 1816 y el 25 de Mayo de 1810 radica en el recrudecimiento exponencial de la violencia política interina, que luego del primario grito emancipador de Mayo, devino en una lucha intestinal, aún hoy sin saldar, sobre el destino o el camino a recorrer por el naciente proyecto emancipatorio.


Resulta que en allá por los albores de la Independencia, los ricos comerciantes y hacendados del puerto de Buenos Aires y sus alrededores habían torcido la balanza de la historia en pos de un sistema político totalmente centralizado en el poder del puerto, en un programa que chocaba de frente con los deseos de autonomía y desarrollo del resto de las provincias que integraban las Provincias Unidas del Río de la Plata, ni que hablar de políticas como las de la Liga de Los Pueblos libres que agrupaba las provincias del litoral fluvial bajo el mando de Artigas.
Ciertamente los programas de industrialización, reparto de tierras que podríamos catalogar como una primitiva reforma agraria y la emancipación de las potencias extranjeras mediante la instalación de sistemas de gobierno autóctonos murieron el huevo de la mano de las tricuñuelas palaciegas porteñas matizadas u ocultadas por la historia Mitrista encumbrada hasta no hace mucho como la única historia oficial de la República.
A la declaración unilateral de un Directorio proclamado en 1814 para centralizar la decisión política en el puerto, le siguió el desconocimiento, la expulsión del Congreso de Tucumán de 1816 y hasta el arresto de los diputados representantes de la Banda Oriental, luego el traslado forzoso de dicho congreso a la provincia de Buenos Aires en el año 24 y un largo derrotero de sangre y conspiración durante el conflicto entre unitarios y federales.


Desde entonces, el poder ah estado concentrado en pocas manos que definen el destino manifiesto de un territorio extenso como media docena de países europeos, y salvo contadas, honrosas, y fugaces excepciones, la brecha entre ricos y pobres ah crecido exponencialmente.
El país que exportaba cueros para recibir zapatos y algodón para importar vestimentas de rezagos militares europeo, alimentando la oligarquía terrateniente y ganadera hoy es un país inmensamente rico con una infraestructura productiva comparativamente pobre.
Nación de referencia en la exportación de granos y animales, resulta caro fronteras adentro el pan y la carne. Es la tragedia echa paradoja. En los escaparates de las grandes marcas de comercialización que monopolizan el comercio urbano a escala se consumen productos echos países del otro lado del Atlántico con materia prima argentina y sudamericana.
Con enorme riquezas de gas, petroleo, agua y minerales, la energía es cara y esta dolarizada en su totalidad, haciendo inaccesible su acceso popular y su transformación sustentable por parte del Estado.
Con territorio costero fluvial y marítimo como pocas naciones tienen, la Argentina no es dueña del mismo ni puede capitalizarlo. Sus tierras mas productivas, sus redes de traslado y almacenamiento,, sus puertos, los barcos que navegan sus costas, la extracción de recursos de sus subsuelos, esta extranjerizado o en manos de agentes con interés mas foráneos que patrióticos.
La Argentina es un país productor de alimentos con prácticamente nula injerencia real en el mercado de granos de granos y carnes.
La concentración urbana de la población Argentina es escandalosa en el mas maquillado de sus porcentajes. Un país grotescamente inmenso esta vacío mientras la mayoría de su población se abroquela en las ciudades , para beneficio de pooles de siembra y consorcios que expanden el agrocultivo mas destructivo en manos de tipos cuyos apellidos nos resultan hasta difíciles de pronunciar.


Tierra de rebeliones y levantamientos sociales, con un campo popular que ah dado lecciones de iluminismo y dignidad en todo el globo, un nivel intelectual que lo ah puesto en las primeras lineas de las artes y de las ciencias, la Argentina debe, por propia supervivencia ante el largo colapso capitalista de sobre-producción y depradación financiera, pararse ante la rueda de la historia y resolver el conflicto entre soberanía y dependencia que comenzó a principios del 1800 y en que el primero viene en franco derrotero. La confrontación de proyecto social y político y de lucha de clases sigue incolumne con sus variaciones coyunturales. Los apellidos se repiten de uno de los lados de la vereda garantizando los privilegios de los mismos de siempre. Pero como se dijo anteriormente, creemos que el sistema Capitalista al estilo del Imperialismo Norteamericano esta en un fase de crisis estructural productiva, financiera y ecológica, de la cual no es tanto el tema salir en sí sino en que condiciones se dará la pelea por el porvenir.

Partir de que el Congreso de Tucumán de 1816 no se cerró y quedan aún asuntos por definir, puede ser la puerta para una segunda y definitiva independencia.
El futuro llego hace rato, todo un palo ya lo ves.

Colectivo Editorial ZondeTrope