Esta tierra que es una herida

Racconto para empezar el 2021

La Argentina atraviesa un vendaval que simula ser una calma chicha que tarde o temprano nos llevara a puerto y tierra firme.
Resta poner sobre la mesa como cuestión fundamental de discusión, si será la tierra prometida donde se reparten los panes y los peces o la tierra arrasada de Camboya después de la guerra.
Y es que las metáforas bíblicas y belicosas se corresponden bastante con una realidad que tanto en este sur del continente como en casi todo lugar del globo es vieja como la injusticia, pero con una coyuntura que se presenta, en varios aspectos, determinante.

Por un lado, asistimos a una cruzada corporativa mediática que, con una inescrupulosidad insólita hasta para ellos mismos, miente, oculta y trasgiversa la realidad cotidiana transformándola en una mentira universalizada, una caricatura de si misma, donde una población atosigada de desinformación confunde el culo con las temperas y los pies con la cabeza.

El coro estable de fariseos y flautistas llena de bosta la cabeza de televidentes, oyentes y lectores las 24 horas del día los 7 días de la semana. Informes que no informan, investigaciones sin investigación y editoriales cargadas de mala leche se desparraman a los cuatro vientos sin encontrar un dique de contención efectivo. Larga y traicionera, como demostró el viejo Verbitsky, es la lista de personajes a quienes el pueblo debiera juzgar en el patíbulo de la historia. Al escucharles uno se agarra la cabeza, preguntándose hasta donde llega la impunidad destructiva oculta detrás de la una libertad de expresión que pareciera ser propiedad exclusiva de quienes poseen todas las demás cosas, condenándonos a las mayorías a la acefalía informativa y cultural. Sus discursos preñados de odio que rozan la estupidez serían motivo de gracia si no ocultaran un potencial peligro golpista y desestabilizador.

Del otro lado está, pongámosle, el Gobierno.
Este tiene mas matices que una acuarela de Quinquela Martín y sus marchas y contra marchas, desinteligencias operativas internas y rencillas cuentapropistas se plasman en una estrategia comunicacional deficiente que, a las trompadas, aunque intenta marcar una agenda propia termina como furgón de cola de la agenda impuesta por el tren fantasma del grupo clarín, la embajada norteamericana, y el puñado de apellidos que controla desde sus lapiceras y balances fraudulentos el precio del pan, la carne y la electricidad.
Y es que aunque en este país, a criterio de quien escribe, la izquierda orgánica e institucionalizada da mas vergüenza que miedo, si hay algo que era una verdad hace 200 años y lo sigue siendo ahora, es que estamos en el medio de una cruce sin cuartel, comúnmente llamada lucha de clases, dentro de la cual la gente puede dividirse en dos categorías, quienes estamos peleando y quienes no se enteraron que hay una guerra.

En ese escenario, el Gobierno no logra disponer del poder real para torcer el destino que pretenden cristalizar los empobrecedores de pueblos y criminales de guerra.
Mientras una parte amaga con avanzar hacia las neuralgias que impiden redistribuir la riqueza que nuestro país genera y aquellas venas abiertas por donde la misma se fuga a la velocidad de la fibra óptica, otras traban y sabotean las mismas a la espera que un cambio de viento, junto con sus capacidades acróbatas de saltimbanquis ideológicos, los posicionen cerca y con el favoritismo de quienes históricamente han gobernado este país y su futuro.
Y así, mientras se conquistan derechos de autonomía de las comunidades que se resisten a proyectos económicos devastadores para sus territorios como las autovías de montaña o los proyectos megamineros con agua cianurada, se suceden incendios revanchistas cada vez con mayor virulencia que se cargan vidas humanas y porciones sustanciales del mapa, mientras sigue sin cuestionarse una extranjerización de la tierra que atenta contra nuestro futuro próximo, amenazando la provisión de agua, biodiversidad, energía, etc.

Mientras se pelea coma a coma por una pasada de gorra simbólica que afecta al 0,03% de la población (11.500 personas sobre 44 millones) que aún no ah podido concretarse, sin lograr poner en cada casa la discusión sobre como hay gente tan absurdamente rica que paga tan pocos impuestos, mas de la mitad de las exportaciones de la Argentina se fugan en negro por puertos privados operados por las mismas multinacionales que en sus países de origen no podrían soñar con semejante margen de rentabilidad.
La pelea por los precios viene siendo una paliza por varios puntos de ventaja en favor de quienes empujan a la población a la apretada de cinto mas cerca del cuello.
Alimentos con precios ridículamente altos para un país productor de alimentos por excelencia.
Energía carísima para un país con alta capacidad de producción energética.

En líneas generales hay rumbos acertados.
Se encuentra disposición y voluntad de darle la pelea a la corporación judicial que, como bien se dijo recientemente, es parte fundamental el exitoso plan que nos dejo culo para el norte con los años últimos años a cargo del Virrey Mauricio pero que también lo habían echo antes con el Turco Saúl que sin paz descanse, y con los Milicos que a donde vayan los iremos a buscar y mucho antes aún con nefastos personajes histriónicos decoran billetes, plazas y monumentos. El poder Judicial es responsable.
Como dijera Tato Bores, pobre generación cuyos jueces merecen ser juzgados.


Se encuentra disposición y voluntad de darle la pelea a la corporación mediática, responsable directo de muchos de los males que asolan a la ciudadanía, a través de regulaciones y disposiciones en las que esta se caga olímpicamente amparada en su impunidad impúdica.


Se encuentra disposición y voluntad de darle la pelea a la formadores de precios, contrabandistas y delincuentes de cuello blanco y paraísos fiscales que sabotean cualquier posibilidad de desarrollo nacional solidario y colectivista, especulando, devaluando, saboteando y desabasteciendo.
Pero solo con disposición y buena voluntad, no alcanza.

No hay que ser necio.
Creer que el Frente de Todos es igual a esa bolsa de gatos que se hace llamar oposición es un infantilismo político peligroso cuyo resultante es un inequívoco tiro en el pie, cuesta arriba y con la mochila cargada de escombros.
En uno hay margen de maniobra, y hasta un largo listado de gente valiosa pugnando por salir del abismo, el otro es el acabose donde solo reina la autoridad del vil metal y la paz de los cementerios.

Pero comprar a paquete cerrado como salvación una coalición que contiene Tirios y Troyanos seria un error de iguales características, por que desconocer la enorme puja de intereses y proyectos políticos antagónicos que encarna la misma conformación de la coalición de gobierno nos impide reconocer el huevo de la serpiente donde anidan los peligros de implosión interna.
Es imprescindible dar la pelea también por determinar la linea interna del propio gobierno y evitar a toda costa terminar por ser la facción progresista de un proyecto que termine en esencia conservador.
Ahí están los Sergio Maza que desde siempre han sido serviles a la embajada norteamericana y los Sergio Berni que cada vez mas disputa un electorado de derecha que fácilmente podría, como hechos recientes parecieran indicar, terminar haciéndolo jugar en la pulseada que se dirime entre Horacio Larreta y Patricia Bullrich.

Hoy, quizás como nunca, estamos en la encrucijada donde puede dirimirse nuestro futuro, sabiendo que perder las elecciones del 2023, sería una catástrofe.
Hoy, como siempre, fijate de que lado de la mecha te encontras.

Colectivo Editorial ZondeTrope