Se prende fuego

Después de un vergonzoso silencio, o como mínimo una poco profesional vocación informativa, los medios de comunicación de talla y tirada nacional dieron cuenta de algo que las redes sociales y quienes lo padecen en primera persona vienen denunciando hace una quincena con la voz quebrada. El país se prende fuego. Y esta vez se trata de una literalidad de la que al menos este cronista no tiene recuerdo en historia reciente.
El litoral y nordeste padecen incendios forestales devastadores. Córdoba, se encuentra en 100% en alarma de incendio y peligra radicalmente el poco bosque nativo que le queda. Pueblos enteros evacuados y una perdida de vida silvestre, flora y fauna, catastrófica.
Mientras que el incendio del año pasado en Australia cubrió las tapas de todos los diarios y gráficos de todos los noticieros durante semanas, la cobertura del desastre local tiene poco rebote y repercusión. La atribución al cambio climático arroja un manto de irresponsabilidad individual y nos achaca a la humanidad toda la transformación negativa del medio ambiente, lo cual es una verdad a medias como mínimo.
La NASA publico recientemente una actualización de la foto satelital que registra los incendios forestales a lo ancho y largo del planeta en una postal trágica.
Estados Unidos, el medio oriente, el sur de Asia y Europa del este registran un numero alarmante de incendios. La situación en África y América Latina es desesperante. Madasgcar, un país de casi el doble de tamaño que Alemania, es un enorme manchon rojo en el mapa. Junto a el, el oriente y centro de África, una superficie mayor a la de toda Europa, se incendia en su totalidad.


Aunque rara vez se lo menciona en televisión, el Amazonas sigue su carrera incendiaria, aparte de Brasil, también arden Ecuador, el noreste de Perú y el sureste de Colombia. Bolivia y Paraguay se llevan la peor parte.
Que hemos arrastrado a la especie humana a un ecocidio sin precedentes, es verdad de pedregullo para cualquiera con medio dedo de frente. Creer que es culpa de quienes usan desodorante en aerosol y reniegan de la sana costumbre de separar el plástico del cartón, es una trampa. Claro que las acciones individuales mueven la aguja si se practican con responsabilidad y constancia colectiva, pero equivocar el remedio con un aliciente es un error fatal al que oscuros intereses pretenden empujarnos. El capitalismo depredador e irresponsable monetiza y concentra las ganancias mientras socializa y reparte las culpas.
Te señala con el dedo por derrochar agua corriente mientras en África caminan kilómetros para llenar un balde de 20 litros, pero omite el echo de que llevan 600 años saqueandola sin miramientos y 1/2 siglo bombardeando sus infraestructuras hídricas y todas las demás. Vocifera sobre las maravillas ambientales de usar una bolsa de tela pero la industria del plástico es la mas rentable del planeta de la mano de guerras por el petroleo y asesinatos ambientales de países enteros.
La historia no acepta medias tintas, los países ricos consumen a costa del envenenamiento de los países empobrecidos.

En Argentina, Según los números de diferentes organizaciones, hoy más de 175.000 hectáreas están bajo fuego. Los incendios principales están en los humedales del Delta, en el bosque serrano de Córdoba, en el monte de Formosa, y también hay focos en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Jujuy, Tucumán y Chaco, entre otras.
La térmica de la indignación salta por los aires cuando se hace foco en el mapa satelital que grafica los incendios. Un línea bochornosamente recta se extiende desde el Norte de Buenos Aires hasta el Paraguay cruzando varias provincias en el camino practicamente dibujado con una regla.
El fuego no juega desafíos geométricos. La mano no tan invisible del mercado traza catástrofes de múltiples maneras. Los campos de monocultivo a los que el fuego salta como un caballo de ajedrez ofenden el sentido común. La correlación entre los incendios forestales y la extensión fronteriza del agro-negocio junto con el desarrollo inmobiliario de countries y balnearios de lujo es tan cierta como el que sol, por ahora, sale todos los días. Una practica que lleva décadas de infamia transversalmente a los colores gubernamentales, pero que, aprovechando una sequía histórica y un desastre ambiental generalizado, se agiganta impunemente.
No es joda, la ambición y la impunidad que produce incendios hoy augura hambre y miseria para mañana. Es prima hermana del agua cianurada, los colegios rociados con glifosato y las napas contaminadas con gasoil. El capitalismo pretende transformar lugares paradisíacos que podrían dar a cada ser humano su pedacito de tierra bajo el sol en cementerios productores de ganancias para gente que vive muy lejos y a la que la vida le importa muy poco. Será tarea de quienes queramos un futuro respirable, impedirlo.

Y entendemos que las correlaciones de fuerza son difíciles, complicadas, enredadas, pero nunca como ahora se tuvo tal posibilidad de transformación desde el Estado, con hombres y mujeres jóvenes que detentan lugares de poder en el funcionarato, como el joven Juan Cabandie, crecido y formado en la militancia política a la que lo llevo su propia historia de nieto recuperado, y hoy se encuentra al frente del Ministerio de Medio Ambiente. Como rezaba una bandera de las tantas en plaza de Mayo hace una década: «no queremos medio ambiente, lo queremos entero», y como siempre la historia no tiene medias tintas, tendrá que ser con les dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes, el futuro llego hace rato.

Colectivo Editorial Zon de Trope