Viernes 3AM y el Viejo que Robaba Queso

Se crispan las manos, se arruga la frente y se aprietan los dientes. Se traga saliva como placebo amargo que pare la bronca. Las pantallas escupen rabia y angustia. El dedito sobre la rueda del ratón o el vidrio del celular sube, baja, comparte y recomparte. Los emoticones de facebook deberían enmudecer de vergüenza ajena, de vergüenza propia, de desvergüenza humana. La vida de un laburante se apaga de un borcegazo policial en el pecho. Borcegazo que debiera dejarnos a todos sin aliento. Una familia llora a quien tuvo la desgracia de cruzarse en malas circunstancias con la policía de la Ciudad de Buenos Aires, esa creada por Horacio Rodriguez Larreta hace unos años atrás. Tiene el gusto, al igual que su antecesora Policía Metropolitana, de incluir entre sus filas personal involucrado de buena gana con el terrorismo de estado en los años de plomo y sus herederos generacionales.


Un aceite, dos chocolates y un pedazo de queso. Un aceite, dos chocolates y un pedazo de queso. Un puto aceite, dos chocolates de mierda, y un puto pedazo de queso. Por eso, que un viejo se había llevado del Coto sin pagar, dos custodios del supermercado lo mataron a golpes. Si, dos tipos que trabajan de seguridad privada en el supermercado Coto de San Cristobal, pegaron hasta matar a un viejo de 68 años.
¿Con que vara pueden medirse semejantes crímenes contra la vida? ¿Cual seria el costo a pagar por sus actos los verdugos? ¿Cuanta es la anestesia que adormece a nuestro pueblo para que se sostenga tanta impunidad y podredumbre?


Mas que grieta, un profundo cráter comienza a agrandarse entre los especímenes que de momento compartimos las fronteras y el oxigeno. De todas las pesadillas herenciales que nos legará la revolución de la alegría – esta desgarradora historia de fraude y saqueo, esta versión reviver de década de infame comprimida – una de las herencias más peligrosas es el quiebre de determinados consensos sociales que habían echo arraigo en la subjetividad de la sociedad. A los viejos no se les pega. A la gente indefensa no se la lastima. Cinco contra uno es desleal. La policía esta para cuidar y no puede matar a sangre fría nunca bajón ningún concepto. Quien lo hace es un asesino y debe automáticamente ser detenido.
Quisieramos evitar la discusión obvia de que la policía siempre ah sido una herramienta de disciplinamiento social a base de asesinatos y torturas de los mas débiles. Que la consigna es: no se le pega ni a los viejos, ni a los pibes, ni a las mujeres, ni a los animales, ni a nadie. Y quisiéramos evitarla no por innecesaria, no por no ser importante. Sino por que atemoriza el pensar, que lo que antes se hacia en la obscuridad o se decía en voz baja, hoy se realiza frente a las cámaras y a plena vista de todos. Que sobre esta tierra sobrevuela el fantasmal espectro de la indiferencia mas absoluta. Que duele este país de hambre y asesinato policial. Que los responsables físicos y políticos de este genocidio encubierto de democracia de mercado, pasearan por los aeropuertos y la televisión. Que el dueño de Coto seguirá remarcando precios y contratando asesinos.
¿No es momento de replantearse el monopolio policíaco de la violencia? ¿Quien puede asegurar, donde termina este espiral de la privatización de la represión? ¿Que destino tienen, las tropas de mercenarios desclasados como mano de obra ociosa?


En la Argentina de nuestra generación, cuestiones que nuestra generación conoció como elementales, los limites de las fuerzas de seguridad y la frontera inquebrantable de los derechos humanos se han corrido de tal manera de que según a quien le preguntes estará mas aquí, mas allá, o en ningún lado. Los equilibrios sobre los que descansa una relativa paz social que no convierta las calles en un coto de caza están haciendo ruido. Los sacude un empresariado rancio y desalmado que ha conquistado la casa de Gobierno y todos los Ministerios a través de la utilización de ingeniería social y periodismo canalla para la concreción de un escandaloso fraude electoral, producto de una serie de promesas de campaña absolutamente falaces. Los mismos pregonan seguir modelos como Chile, México, Colombia y Estados Unidos. Modelos de Estados policíacos donde cualquier persona puede ser detenida y torturada legalmente sin presentar una prueba.
Para quienes el temor a la aparición del uniforme y su «lógica de prevención del delito» les quedaba muy lejos por vivir puertas afueras de los barrios populares donde la democracia hace agua por todos lados, el punto de inflexión puede llevarlos a tomar posición en el tablero de la vida para un lado o para el otro. Habrá quienes, ante el intento de disciplinamiento, decidan disputar el derecho a un pedacito de cielo sobre sus cabezas y quienes acaten el llamado del verdugo a obedecer o sucumbir. La tarea sera, necesariamente, inclinar la balanza a favor. Los modelos que cercenan derechos no cierran sin represión. Y las represiones solo son sostenibles en el tiempo cuando se logra romper la cohesión social que en algún momento dice: basta viejo, hasta acá llegaste.
A pesar de la triste y vergonzosa deuda que la democracia tiene para con nuestros barrios, nuestros pibes y nuestras pibas, victimas cada 24 en manos de un algún miembro o aparato del Estado, es el menos dañino de los sistemas que hemos sabido construir. El resto de los sistemas impuestos por quienes imponen todas las demás cosas, han sido empíricamente y exponencialmente peores. Conquistas realizadas en los procesos de memoria verdad y justicia, aunque insuficientes para ser completos, son ejemplos difíciles de encontrar en toda la historia moderna. Ese patrimonio es invaluable, y ellos lo saben.


Quienes alguna vez nos preguntamos como nuestros antecesores habían permitido la existencia de una tragedia como el neoliberalismo noventista, debe ocuparnos la responsabilidad de saber que habremos de tener que rendirles cuentas a quienes nos continúen, del país, el territorio y la sociedad que les dejemos en consigna. Como alguna vez dijo el Tano, tendremos que instruirnos, por que necesitaremos de toda nuestra inteligencia, tendremos que organizarnos, por que necesitaremos de toda nuestra fuerza, y tendremos que conmovernos, por que necesitaremos de todo nuestro entusiasmo. Este asunto esta ahora y para siempre en nuestras manos.
No vencerán nuestra convicción en que la vida vale ser vivida, y que el mundo puede ser cambiado.
No nos convencerán de que es inútil pelear por hacernos dueños y dueñas de nuestro porvenir.
No sucumbiremos ante su doctrina del shock. No nos desayunaremos, almorzaremos y cenaremos su bombardeo mediático que busca aterrorizarnos. Guardarnos. Aislarnos. Desconfiarnos. Traicionarnos.
Lo transformaremos en broncas y alegrías para que florezca en justa rebeldía.


Esta semana escuche una muy buena, La deuda es como la falopa, al principio es rica, pero después te mata. Podríamos agregar también en el medio de esa transición la falpona te deja solo y asustado. Y ya sabemos que no hay nada mas peligroso que un fascista con miedo, y el Ministerio de Defensa.


Quisiéramos irnos a dormir, pero tenemos tantos pibes, pibas y viejos que se roban quesos metidos entre los parpados, que parece que no va a ser posible.

Colectivo Editorial ZondeTrope

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